«Escrito está: Será mi casa de oración: pero vosotros la habéis convertido en cueva de ladrones.» –Lucas 19, 46.
Extractos del Evangelio desde la Biblia Nácar-Colunga, Ed.1944.
Qué es ser judío
- La Fe Judía era la de Santa María, San José, San Juan, Santa Ana, San Joaquín, Santa Isabel, Santo Rey David, San Daniel, San Elías, San Zacarías, San Isaías, San…
- Anás, Caifás y un milenario etcétera, no seguían la Fe Judía sino la del Cabalismo contagiado en Egipto, propiamente Satanismo. Así los definió Jesucristo: «Vosotros sois hijos del diablo,» – Juan 8, 44. Y el Apóstol San Juan también los evidenció: «He aquí que Yo te entrego algunos de la sinagoga de Satanás, que dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten;…” – Apocalipsis 2, 9.
- La Fe Judía llegó a su fin cuando alcanzó su objetivo: el advenimiento del Mesías Jesucristo. Así surgió la Fe Cristiana.
- Quienes hoy en día se dicen judíos son en realidad cabalistas/satanistas. No son judíos. Por eso lo correcto sería llamarlos hebreos cabalistas.
Quiénes eran los fariseos, escribas y ancianos
««Judíos» equivale aquí (Juan 7, 13) a los que conspiraban contra Jesús. Es ordinario en San Juan el sentido peyorativo de la palabra.» (Comentario de la Biblia Nácar-Colunga, Ed.1944).
Jesús apresado en Getsemaní
«52 Dijo Jesús a los príncipes de los sacerdotes, oficiales del templo y ancianos, que habían venido contra El: ¿Como contra un ladrón habéis venido con espadas y garrotes?! 53 Estando yo cada día en el templo; con vosotros, no habéis puesto las¡ manos en mí; pero ésta es vuestra] hora y el poder de las tinieblas (4).» (Lucas 22, 52-53)
(4) Antes lo habían intentado muchas veces, y nada hablan podido, porque no era llegada su hora; al presente es ya llegada, y la de infierno que los mueve
Jesús ante el Sanhedrín
San Lucas
«60 Y cuando fué de día se reunió el consejo (1) de los ancianos del pueblo, y los príncipes de los sacerdotes, y los escribas y le condujeron ante su tribunal,» (Lucas 22, 60)
(1) San Lucas omite la sesión preparatoria de la noche, de la cual nos hablan los otros evangelistas, y traslada todo el proceso a la sesión de la mañana, que los primeros evangelistas no h acen sino mencionar. (Mt- 37, 1; Me 15. I .)
San Mateo
«57 Los que prendieron a Jesús le llevaron a casa de Caifás (2), el Pontífice, donde los escribas y los ancianos se habían reunido.» (Mateo 26, 57)
«59 Los príncipes de los sacerdotes y todo el Sanedrín buscaban falsos testimonios contra Jesús para condenarle a muerte, 60 pero no los hallaban, aunque se habían presentado muchos falsos testigos.» (Mateo 26, 59-60)
«45 Entonces el Pontífice rasgó sus vestiduras, diciendo: Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos de más testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué os parece? 86 Ellos respondieron: Reo es de muerte. 87 Entonces comenzaron a escupirle en el rostro y a darle de puñetazos (2), y otros le herían en la cara, 68 diciendo: Profetiza, Cristo, quién te hirió.» (Mateo 26, 45-68)
(2) Esto fué sin duda obra de los esbirros encargados de guardarle, una vez terminada la sesión. Véase Le. 22, 63 s.
San Marcos
«53 Condujeron a Jesús al Pontífice y se juntaron todos los príncipes de los sacerdotes, los ancianos y los escribas.» (Marcos 14, 53)
«55 Los principes de los sacerdotes y todo el Sanedrín buscaban un testimonio contra Jesús para hacerle morir, y no lo encontraban. 56 Porque muchos testificaban falsamente contra El, pero no eran acordes sus testimonios. (Marcos 14, 55-56)
«64 Y todos contestaron ser reo de muerte. 65 Comenzaron a escupirle, y le cubrían el rostro y le abofeteaban, diciendo: Profetiza. Y los criados le daban de bofetadas (1).» (Marcos 14, 64-65)
(1) La sesión terminó con la declaración de que era reo de muerte. Estos ultrajes son de los encargados de custodiarle, sin duda los mismos que le habían preso en Getsemaní.
«1 Y en cuanto amaneció celebraron consejo los príncipes de los sacerdotes, con los ancianos y escribas; y todo el Sanedrín, atando a Jesús, le llevaron y entregaron a Pilatos.» (Marcos 15, 1)
Barrabás
«11 Jesús fué presentado ante el Procurador, que le preguntó: ¿Eres tú el rey de los judíos?. Respondió Jesús: Tú lo dices. 12 Pero a las ácusaciones hechas por los príncipes de los sacerdotes y los ancianos nada respondía.» (Mateo 27, 11-12)
«17 ¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, el llamado Cristo? 18 Pues sabía él que por envidia se lo habían entregado.» (Mateo 27, 17)
«20 Pero los príncipes de los sacerdotes y los ancianos persuadieron a la muchedumbre que pidiesen a Barrabás e hicieran perecer a Jesús.» (Mateo 27, 20)
«22 Díjoles Pilato: Entonces, ¿qué queréis que haga con Jesús, el llamado Cristo? Todos dijeron: Que le crucifiquen. 23 Dijo el Procurador: ¿Y qué mal ha hecho? Ellos gritaron más, diciendo: ¡Que le crucifiquen!»(Mateo 27, 22-23)
«7 Había uno llamado Barrabás, encarcelado con sediciosos, que en una sedición (1) había cometido un homicidio. 8 Y subiendo la muchedumbre comenzó a pedir lo que solía otorgárseles (2). 9 Pilato les preguntó, diciendo: ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos? 10 Pues conocía que por envidia se lo habían entregado los príncipes de los sacerdotes. 11 Pero los príncipes de los sacerdotes excitaban a la muchedumbre para que más bien les soltase a Barrabás. 12 Y Pilato de nuevo preguntó y dijo: ¿Qué queréis, pues, que haga de este que llamáis rey de los judíos? 13 Y ellos otra vez gritaron: ¡Crucifícale! 14 Pero Pilato les dijo: ¿Pues qué mal ha hecho? Y ellos gritaron más fuerte: ¡Crucifícale!» (Marcos 15, 7-14)
Los verdaderos judíos (fieles), que los había, eran pocos entre los fariseos (luciferinos).
La sepultura de Jesús una vez muerto en la Cruz
José de Arimatea era miembro del Gran Consejo (Sanhedrín)
«38 Después de esto rogó a Pilato José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque secreto por temor de los judíos, que le permitiese tomar el cuerpo de Jesús, y Pilatos se lo permitió.» (Juan 19, 38).
«50 Un varón, de nombre José, que era miembro del Consejo, hombre bueno y justo, 51 que no había dado su asentimiento a la resolución y a los actos de aquéllos, originario de Arimatea, ciudad de Judca, que esperaba el reino de Dios, 52 se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús.» (Lucas 23, 50-52)
[10725] 50 ss. Véase Mt. 27, 57 ss.; Mc. 15, 42 ss.; Jn. 19, 38 ss.
[10726] 51 ss. José de Arimatea fué miembro del Gran Consejo (Sanhedrín) que condenó a Jesús a la muerte. En v. 52 s. da otra prueba de su intrépida fe en Él. No teme ni el odio de sus colegas ni el terrorismo de los fanáticos. Personalmente va a Pilato para pedir el cuerpo de Jesús; personalmente lo descuelga de la cruz, envolviéndolo en una sábana; personalmente lo coloca en su propio sepulcro, con la ayuda de Nicodemo (Jn. 19, 39). El santo Sudario, que nos ha conservado las facciones del divino Rostro, se venera en Turín. Cf. Jn. 20, 7 y nota.
Zacarías, sacerdote (fariseo), padre de San Juan Bautista
«5 Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote, de nombre Zacarías, del turno de Abías (4), cuya mujer, de la descendencia de Arón, se llamaba Isabel. 6 Eran ambos justos en la presencia de Dios, e irreprensibles caminaban en los preceptos y observancias del Señor.» (Lucas 1, 5-6).
Jesús a los fariseos
«12 Y había entre las muchedumbres gran cuchicheo acerca de El: Los unos decían: Es bueno. Pero otros decían: No, seduce a las masas. 13 Sin embargo, nadie hablaba libremente de El por temor de los judíos (1).» (Juan 7, 11-13)
(1) «Judíos» equivale aquí a los que conspiraban contra Jesús. Es ordinario en San Juan el sentido peyorativo de la palabra.
«19 ¿No os dió Moisés la Ley? (3). Y ninguno de vosotros cumple la Ley. ¿Por qué buscáis darme muerte? 20 La muchedumbre respondió: Tú estás poseído del de monio (1), ¿quién busca darte muerte?» (Juan 7, 19)
(3) La Ley es la expresión de la voluntad de Dios, y vosotros no la guardáis; por eso no entendéis mi doctrina.
(1) Es el demonio quien le sugiere esa manía persecutoria, que le lleva a pensar tales propósitos. Así pensaba la muchedumbe.
Jesús con respecto a la ley antigua
«17 No penséis que he venido a abrogar la ley y los profetas; no he venido a abrogarla, sino a consumarla (1). 18 Porque en verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que falte una jota o una tilde de la ley hasta que todo se cumpla. 19 Si, pues, alguno descuidase uno de esos preceptos menores y enseñare así a los hombres, será eL menor en el reino de los cielos; pero el que practicare y enseñare, éste será grande en el reino de los cielos. 20 Porque os digo que si vuestra justicia no supera a la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.» (Mateo 5, 17-20).
(1) La ley mosaica, que además de ley moral era litúrgica, social y penal, tenía un aspecto muy jurídico, agravado aún más por los escribas, que habían hecho de ella la norma férrea, pero externa, de su vida individual y colectiva. Jesús la eleva a su perfección poniendo de relieve el espíritu de caridad, que en ella estaba como en germen. Conforme a esto, dirá después San Pablo que toda la ley se resume en este precepto: «Amarás al prójimo como a ti mismo». (Gal. 5. 14).
Los escribas y fariseos, puestos al desnudo
«2 En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. (3). 4 Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los otros; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.» (Mateo 23, 2-4)
(3) Cada sábado los escribas leían al pueblo la ley mosaica. Aunque venida de tales labios, debe ser escuchada, porque es la palabra de Moisés y de Dios. Otra cosa será cuando se trate de sus propias enseñanzas y de sus ejemplos. En este capítulo resume Jesús el juicio que tantas veces había proferido sobre los escribas y los fariseos, a fin de prevenir al pueblo contra sus engaños hipócritas.
Nota personal: En las Sagradas Escrituras la palabra hipocresía está íntimamente relacionada con la palabra mentira.
««Los judíos tenéis como padre al Diablo, y queréis hacer los deseos de vuestro padre. Él es homicida desde el principio y no se mantuvo en la Verdad, porque la Verdad no estaba en él. Cuando habla la mentira, habla de lo suyo propio, porque es padre de la mentira» –San Juan 8,44.
Los hipócritas son los que dicen y no hacen, los que dicen ser y no son. Ser hipócrita es mentir, simular y suplantar una falsa identidad, llevar una doble vida, infiltrarse y simular ser lo que no eres, engañar conscientemente, tener la voluntad de engañar, hacer la voluntad de su padre el diablo. Los hebraicos y los masones de hoy.
Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
«3 Estando ya cerca de Damasco, de repente se vió rodeado de una luz del cielo; 4 y cayendo a tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? 5 El contestó: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor: Yo soy Jesús (3), a quien tú persigues.» (Hechos 9, 3-5)
(3) Estas palabras, interpretadas a la luz de 1 Cor. 15, 8, dicen que es el mismo Jesús quien se le aparece glorioso, para que Saulo pueda ser testigo de la resurrección.
[11230] 4. Me persigues: Jesús, que recibe como hecho a Él el bien que hagamos a sus hermanos los pequeños (Mt. 25, 40), manifiesta aquí lo mismo respecto de la persecución de los que creen en Él.
[11231] 5. Cf. 26, 14 y nota.
Arca de la Alianza entre Dios y los hombres
Nota: El Arca de la Alianza del Antiguo Testamento (testamento, herencia, beneficio, alianza, acuerdo, pacto), fue un pacto de amor entre Dios y los hombres. Y que Jesús vino a revivificar porque los hombres, su pueblo (fariseos a la cabeza de esto), lo habían roto.
¿POR QUÉ SON PÉRFIDOS LOS JUDÍOS?
Guillermo-C-H Pérez Galicia
Perfidus se aplica a aquel que traiciona la confianza (fides) o que rompe sus promesas.
Perfidus está formado por la preposición per, que se añade para reforzar el significado de la palabra, bien en sentido positivo (como permagnus o permolestus), o bien en sentido negativo (como periurus o perfidus).
La terminación -idus designa una propiedad o estado en relación con la raíz de la que deriva el adjetivo que la contiene: en este caso hay que ponerlo en relación con el verbo semi-deponente fido (fiarse de alguien, tener confianza).
La palabra FIDES está unida a los “lazos de clientela“, los lazos de hospitalidad y amicitia, y los juramentos solemnes ante la divinidad; tiene que ver con la relación que entablan un gran señor, justo y poderoso, con sus siervos o con colaboradores de menor rango que se ayudan mutuamente, cada uno según su función. Es decir, se relaciona con los compromisos de amistad, fidelidad, compromiso y confianza por lazos de un individuo o más hacia otro que tiene una influencia o un peso preponderante en la sociedad. O, dicho de otro modo, su sentido fundamental se refiere a pactos de colaboración existentes entre alguien sencillo de un bajo estamento y una figura poderosa que le brinda su apoyo y sellan una lealtad mutua, con frecuencia por razones políticas; el otro sentido hace alusión al compromiso de fidelidad y confianza peculiar existente entre el amante y la amada, como lo expresan poetas como Catulo.
Así pues, perfidus es aquel con quien no se deben sellar pactos porque es indigno de confianza, pues incumplen su parte en un trato, o bien aquel individuo que no es apto para una relación de pareja porque está inclinado a tener deslices y no es sincero en su entrega. El Cristianismo vino a unificar ambos sentidos romanos de FIDES en sentido figurado para expresar el compromiso existente entre el alma del fiel y el amante del alma (Cristo), y la relación entre Dios y su Iglesia, identificando FIDES con el concepto griego PISTIS. De Fides deriva la palabra fe.
Si consultamos “Pro Quinctio” de Cicerón (6, 26), veremos que la palabra perfidus se refiere a quien es falso, tramposo, traicionero y falto de honradez. La oda 27 del tercer libro de las Odas de Horacio es también suficiente demostración para darse cuenta de que perfidus alude a aquel que es traicionero, indigno de confianza y proclive a romper los pactos importantes.
El término adecuado que sirve para referirse a quien no es fiel a la religión verdadera es infidelis, mientras que infidus es un término más equívoco, porque puede aludir doblemente tanto a aquel que no es digno de confianza como a aquel que es inconstante o infiel a algo.
Se entiende perfectamente que a los judíos se les llame perfidi, porque los judíos actuales son talmúdicos, es decir, son los herederos de los fariseos, a quienes Cristo llama hipócritas más de una vez, les dedica una serie de recriminaciones que bien merece la pena leer, analizar y seguir teniéndolas en cuenta para estar siempre alerta (Mt. 23, 13-36).
Y no sólo a los fariseos en particular, sino también se refiere alguna vez Nuestro Señor a los judíos en general, como cuando les acusa de ser hijos del Diablo, que su padre es padre de la mentira y homicida desde el principio, dando a entender que ellos son así (Jn 8, 31-48). Además acusa a los judíos en más de una ocasión de intentar matarlo, cosa que jamás hizo, por ejemplo con los romanos.
Se ve entonces, que los judíos habían tramado la muerte de Jesú smucho antes de que fuera llevado a Pilatos, sin que exista, en cambio,ningún pasaje de los Evangelios que indique alguna intención o plan de los romanos tendente a realizarla.
Las siguientes palabras de Santo Tomás de Aquino demuestran una vez más a qué se refiere el Catolicismo hablando de los pérfidos:
”Pues los judíos veían en Él todas las señales que los profetas dijeron que iba a haber […] pues veían con evidencia las señales de la Divinidad de Él, mas por odio y envidia hacia Cristo, las tergiversaban; y no quisieron confiar en las palabras de Éste, con las cuales se confesaba Hijo de Dios” (cfr. Summa Theologica, 3 p., qu. 47, art. 5).
Pero, más claro de lo que resulta en la siguiente parábola, como Cristo lo expresa, no puede estar:
“Y comenzó a contar al pueblo esta parábola: un hombre plantó una viña y se la arrendó a unos labradores y salió de viaje por bastante tiempo. Y en el momento adecuado envió a los labradores un siervo para que le diesen del fruto de la viña. Pero los labradores, tras apalearlo, lo despidieron vacío. Y volvió a enviar a otro siervo; pero ellos, apaleándolo y ultrajándolo, lo despidieron vacío. Y volvió a enviarles un tercero, pero ellos también a ese, tras herirlo, lo echaron.
Pero dijo el Señor de la viña: ‘¿qué voy a hacer? Enviaré a mi Hijo el amado; quizás a Él lo respetarán’. Sin embargo, al verle los labradores, razonaban entre sí diciendo: ‘Éste es el heredero; vamos a matarlo para que la herencia sea nuestra.’ Y arrojándolo fuera de la viña, lo mataron.
¿Qué hará, pues, con ellos, el Señor de la viña? Vendrá y hará perecer a esos labradores y entregará la viña a otros. ” (Lc. 20, 9-16).
Fuentes: Enlae 1, enlace 2, enlace 3.
Capítulo 2 del Libro de Sabiduría del Antiguo Testamento
Sobre el sentir y discurrir del impío
«1 Pues se dijeron a sí mismos los que no razonan, neciamente: «Corta y triste es nuestra vida, y no hay remedio cuando llega el fin, ni se sabe que nadie haya escapado del Ades. 2 Por acaso hemos venido a la existencia, y después de esta vida seremos como si no hubiéramos sido; porque humo es nuestro aliento, y el pensamiento una centella del latido de nuestro corazón. 3 Extinguido éste, el cuerpo se vuelve ceniza, y el espíritu se disipa como tenue aire. 4 «Nuestro nombre caerá en el olvido con el tiempo, y nadie tendrá memoria de nuestras obras; y pasará nuestra vida como rastro de una nube, y se disipará, como niebla que es herida por los rayos del sol y a su calor se desvanece; 5 Pues el paso de una sombra es nuestra vida, y sin retomo es nuestro fin, porque se pone el sello y ya no hay quien salga.
6 «Venid, pues, y gocemos de lo presente, démonos prisa a disfrutar de todo en nuestra juventud. 7 Hartémonos de ricos, generosos vinos, y no se nos escape ninguna flor primaveral. 8 Coronémosnos de rosas antes que se marchiten; no haya prado que no huelle nuestra voluptuosidad. 9 Ninguno de nosotros falte a nuestras orgías, quede por doquier rastro de nuestras liviandades, porque ésta es nuestra porción y nuestra suerte. 10 ‘Oprimamos al justo desvalido, no perdonemos a la viuda ni respetemos las canas del anciano provecto’ 11 Sea nuestra fuerza norma de la justicia, pues la debilidad bien se ve que no sirve para nada. 12 Pongamos garlitos al justo, que nos fastidia y se opone a nuestro modo de obrar, y nos echa en cara las infracciones de la ley y nos reprocha nuestros extravíos. 13 «Pretende tener la ciencia de Dios y llamarse hijo del Señor; 14 Es censor de nuestra conducta; hasta el verle nos es insoportable. 15 Porque su vida en nada se parece a la de otros, y sus sendas son muy distintas de las nuestras. 16 Nos tiene por escorias, y se aparta de nuestras sendas como de impurezas; ensalza el fin de los justos y se gloría de tener a Dios por padre. 17 «Veremos si sus palabras son verdaderas, y cuál es su fin; 18 Porque si el justo es hijo de Dios, El le acogerá y le librará de las manos de sus enemigos. 19 Probémosle con ultrajes y tormentos, y veamos su resignación y probemos su paciencia. 20 Condenémosle a muerte afrentosa, pues según dice, Dios le protegerá
(I).»
21 Estos son sus pensamientos; pero se equivocan, porque los ciega su maldad. 22 Y desconocen los misteriosos juicios de Dios, y ni esperan que los justos tengan su recompensa, ni estiman el glorioso premio de las almas puras. 23 Porque Dios hizo al hombre para la inmortalidad y le hizo a imagen de su propia naturaleza; 24 Mas por la envidia del diablo entró la muerte en el mundo, y la experimentan los que le pertenecen.» (Sabiduría 2, 1-23).
Sagrada Biblia Nácar – Colunga. 1ª Edición de 1944. (enlace).
Sobre la ceguera del impío luciferino
Del Secreto de Nuestra Señora de La salette (1846) (enlace):
«por su amor al dinero, a los honores y a los placeres, se han convertido en cloacas de impureza,«
«, han descuidado la oración y la penitencia, y el demonio ha oscurecido sus inteligencias,»
«En el año de 1864 Lucifer, con gran número de demonios, serán desatados del Infierno. Abolirán la fe poco a poco, aún entre las personas consagradas a Dios; las cegarán de tal manera que, a menos de una gracia particular, esas personas tomarán el espíritu de sus malos ángeles:«
San Juan sobre la ceguera del impío.
«40 «El ha cegado sus ojos y ha endurecido su corazón, no sea que con sus ojos vean, con su corazón entiendan, y se conviertan y los sane.» 41 Esto dijo Isaías, porque vió su gloria y habló de El.» (San Juan 12, 40-41)
Sagrada Biblia Nácar – Colunga. 1ª Edición de 1944. (enlace).